Lo que el salvaje que con torpe mano
hace de un tronco a su capricho un dios,
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tú y yo.
Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridícula invención,
y hecho el ídolo ya, sacrificamos
en su altar nuestro amor.
Mi poeta favorito tocándome el corazón desde lo más hondo, como siempre...
ResponderEliminarToc Toc ...
ResponderEliminar¡Ese amor que torpemente sacrificamos! Un beso con labios manchados de sangre (propia)
ResponderEliminarAy Gustavo Adolfo, tan eterno, tan bueno... Saludos.
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