viernes, enero 27, 2006

'Sueños Semilla' de Cuentos Para Pensar [Jorge Bucay]

En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante pero también pletórica de potencialidades. ...Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo. En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol, Cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar. Cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol. Y tantas son las semillas como son los sueños secretos. Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz, morir como semillas... para convertirse en árboles. Árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla. Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos. Lo soñado nos enseña, dormidos o despiertos, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta. Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez enceguecedora. Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos... Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro. Nada hay que temer, una sabiduría interior las acompaña, porque cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol...

miércoles, enero 18, 2006

Las lágrimas de Kali, la Conjuradora [Chantal Maillard]

Que nadie me mire: Caerá fulminado; Que nadie me requiera. Contestaré con el rayo, Con la espada O el detonador de un alma mortífera. En mi parcela de universo yo soy Siva, Soy Kali, La destructora, No la cólera de Dios, No, Sin cólera sin rencor sin venganza, Sin justicia, Soy la gran destructora Cuya furia no se aplaca, Mi mundo, El que yo he creado, Desaparece entre las llamas Que brotan de mis pies. Danzo descalza sobre mis enemigos, No pronuncieis mi nombre! La voz se os quebraría en la boca Y escupiríais diamantes Como si fuesen volcan vuestras entrañas. Que nada se mueva: todo lo que se agite se disolverá en su propio aleteo. No es justicia No es némesis, Es la pura soledad Q se asume así misma Y se quiere y respeta La voluntad de ser, De ser una, Una sóla, De ser única. Yo soy Kali, La destructora, La oscura, La del collar de calaveras, La bebedora de sangre, La solitaria. La fuerza del universo Es el sonido de mis armas Y no hay perdón ni hay Remordimiento Porque no hay ofensa ni ofendido, Ni culpa ni culpable, Hay tan sólo un mundo acumulado bajo las plantas de mis pies, Y no lamento el final desgraciado de algunos, ni el argumento que fue felizmente resuelto, no lamento el final de todas las historias pues yo soy el principio y el fin de todas ellas. Yo soy Kali La oscura, La terrible, La bella, La que construye el tiempo contando sus víctimas... He declarado la guerra a todos mis enemigos Me he declarado la guerra a mí misma. He declarado la guerra al mí. Alejaos Temedme... Por ahora sois aún los objetos del mí. Sois el otro que me habita, me recorre Y dice: “Éste es el pabellón de las delicias” “Éste es el palacio del terror” Todos sois ejercitos y lugares, Sois el que acude a vosotros Para odiaros o para desearos. Cuando termine esta guerra -Si alguna vez termina- podremos conversar y tal vez amarnos, podremos jugar a aquel juego que consiste en abrir distancias y volver a cerrarlas sabiendo que no existe ni el cerrar ni el abrir ni ninguna distancia. Sólo lo imposible me enamora Le declaro la guerra a lo imposible! Decreto la desorganización de las jerarquías, La decadencia de la verticalidad. Absuelvo la superficie Pagaré por ello la desaparición Del vértigo Y el temblor de la espera. Sea. Hasta que crezca el horizonte. Para proteger su crecimiento. Sea. Tal vez después el vértigo sea constante. Tal vez el temblor arranque del presente. Sé lo intensa q es la vida dentro de las cosas. En superficie, todas! Declaro la guerra a lo posible y a lo imposible! Declaro la guerra a la voluntad de logro! Mi voluntad sin objeto Estalla como el trueno Y arrastra en pos de sí Los tiempos venideros y el pasado como un eco Las montañas me reciben Con esa tenebrosa densidad que prepara las tormentas A mi paso se inclinan las bestias y las hierbas Y no hay lugar donde pueda resguardarse Un corazón sensible O tierno o malherido A la des-esperación sucede el trueno. No espero: actúo. La tierra es el espacio del combate, Mis pisadas levantan el polvo como una manada de búfalos en estampida. No hay objeto para mi acción No construyo para un futuro. Soy la q dice No Y en la soledad se consagra como fuerza infinita, Al fin reabsorbida, Al fin Libre. Yo soy Kali, La oscura, La del collar de calaveras, La que nunca duerme, La despiadada, La guerrera, La amante destructora Cuyo pie se apoya en la Posibilidad de sí misma. La Posibilidad siempre igual a sí misma. He trocado la cuerda del ahorcado Por el collar de calaveras Y frente a cualquier tú expreso La libertad primera: Ningun deseo Ningún lamento Ocupará el lugar en el que pueda surgir la ira, O la fuerza, O la calma, Las formas del Poder que se alimenta de la gran Soledad. Yo soy la que no es, La Sola, La que arranca de sí misma, Aquella que aprendió a cortar una lágrima con el filo de su espada sin que en su acero permanezca un rastro de humedad. Soy la que nunca más derramará una lágrima Porque nada posee salvo Su propia fuerza. Héme aquí raiz, Savia de impulsos ascendentes, Madre aún, Posible siempre, Anticipada gestación de un porvenir intruso, Intrusa de un presente Que desestima el valor de nacer A sí mismo de nuevo. Héme aquí clavando mis ojos De savia encarcelada En los troncos vacíos de árboles muertos, Héme aquí creyendo, Queriendo creer En la impostura de las ruinas, En el candor del desastre, El valor de lo opaco… Héme aquí, Héme aquí, He aquí que me atrevo a creer en las ruinas.

¡Me atrevo a creer en las ruinas!

lunes, enero 16, 2006

IV [Eduardo Galeano]

4 La naturaleza está fuera de nosotros En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: "Honrarás a la naturaleza de la que formas parte". Pero no se le ocurrió. Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado. Y merecía castigo. Según las crónicas de la Conquista., los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar a la tierra. La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoníaca o la ignorancia. Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que había que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.

jueves, enero 12, 2006

III [Eduardo Galeano]

3 Entre el capital y el trabajo, la ecología es neutral Se podrá decir cualquier cosa de Al Capone, pero él era un caballero: el bueno de Al siempre enviaba flores a los velorios de sus víctimas... Las empresas gigantes de la industria química, petrolera y automovilística pagaron buena parte de los gastos de la Eco 92. La conferencia internacional que en Río de Janeiro se ocupó de la agonía del planeta. Y esa conferencia, llamada Cumbre de la Tierra, no condenó a las transnacionales que producen contaminación y viven de ella, y ni siquiera pronunció una palabra contra la ilimitada libertad de comercio que hace posible la venta de veneno. En el gran baile de máscaras del fin de milenio, hasta la industria química se viste de verde. La angustia ecológica perturba el sueño de los mayores laboratorios del mundo, que para ayudar a la naturaleza están inventando nuevos cultivos biotecnológicos. Pero estos desvelos científicos no se proponen encontrar plantas más resistentes a las plagas sin ayuda química, sino que buscan nuevas plantas capaces de resistir los plaguicidas y herbicidas que esos mismos laboratorios producen. De las 10 empresas productoras de semillas más grandes del mundo, seis fabrican pesticidas (Sandoz, Ciba-Geigy, Dekalb, Pfiezer, Upjohn, Shell, ICI). La industria química no tiene tendencias masoquistas. La recuperación del planeta o lo que nos quede de él implica la denuncia de la impunidad del dinero y la libertad humana.La ecología neutral, que más bien se parece a la jardinería, se hace cómplice de la injusticia de un mundo donde la comida sana, el agua limpia, el aire puro y el silencio no son derechos de todos sino privilegios de los pocos que puedenpagarlos. Chico Mendes, obrero del caucho, cayó asesinado a fines del 1988,en la Amazonía brasileña, por creer lo que creía: que la militancia ecológica no puede divorciarse de la lucha social. Chico creía que la floresta amazónica no será salvada mientras no se haga la reforma agraria en Brasil. Cinco años después del crimen, los obispos brasileños denunciaron que más de 100 trabajadores rurales mueren asesinados cada año en la lucha por la tierra, y calcularon que cuatro millones de campesinos sin trabajo van a las ciudades desde las plantaciones del interior.Adaptando las cifras de cada país, la declaración de los obispos retrata a toda América Latina. Las grandes ciudades latinoamericanas, hinchadas a reventar por la incesante invasión de exiliados delcampo, son una catástrofe ecológica: una catástrofe que no se puede entender ni cambiar dentro de los límites de la ecología, sorda ante el clamor social y ciega ante el compromiso político.

miércoles, enero 11, 2006

II [Eduardo Galeano]

2 Es verde lo que se pinta de verde Ahora, los gigantes de la industria química hace su publicidad en color verde, y el Banco Mundial lava su imagen repitiendo la palabra ecología en cada página de sus informes y tiñendo de verde sus préstamos. "En las condiciones de nuestros préstamos hay normas ambientales estrictas", aclara el presidente de la suprema banquería del mundo. Somos todos ecologistas, hasta que alguna medida concreta limita la libertad de contaminación. Cuando se aprobó en el Parlamento del Uruguay una tímida ley de defensa del medio ambiente, las empresas que echan veneno al aire y pudren las aguas se sacaron súbitamente la recién comprada careta verde y gritaron su verdad en términos que podrían ser resumidos así: "los defensores de la naturaleza son abogados de la pobreza, dedicados a sabotear el desarrollo económico y a espantar la inversión extranjera". El Banco Mundial, en cambio, es el principal promotor de la riqueza, el desarrollo y la inversión extranjera. Quizás por reunir tantas virtudes, el Banco manejará, junto a la ONU, el recién creado Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Este impuesto a la mala conciencia dispondrá de poco dinero, 100 veces menos de lo que habían pedido los ecologistas, para financiar proyectos que no destruyan la naturaleza. Intención irreprochable, conclusión inevitable: si esos proyectos requieren un fondo especial, el Banco Mundial está admitiendo, de hecho, que todos sus demás proyectos hacen un flaco favor al medio ambiente. El Banco se llama Mundial, como el Fondo Monetario se llama Internacional, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y deciden en Washington. Quien paga, manda, y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde come. Siendo, como es, el principal acreedor del llamado Tercer Mundo, el Banco Mundial gobierna a nuestros países cautivos que por servicio de deuda pagan a sus acreedores externos 250 mil dólares por minuto, y les impone su política económica en función del dinero que concede o promete. La divinización del mercado, que compra cada vez menos y paga cada vez peor, permite atiborrar de mágicas chucherías a las grandes ciudades del sur del mundo, drogadas por la religión del consumo, mientras los campos se agotan, se pudren las aguas que los alimentan y una costra seca cubre los desiertos que antes fueron bosques.

jueves, enero 05, 2006

'4 Frases que hacen crecer la nariz de Pinocho' I [Eduardo Galeano]

I. Somos todos culpables de la ruina del planeta:

La salud del mundo está hecha un asco. 'Somos todos responsables', claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie lo es. Como conejos se reproducen los nuevos tecnócratas del medio ambiente. Es la tasa de natalidad más alta del mundo: los expertos generan expertos y más expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad. Ellos fabrican el brumoso lenguaje de las exhortaciones al 'sacrificio de todos' en las declaraciones de los gobiernos y en los solemnes acuerdos internacionales que nadie cumple. Estas cataratas de palabras -inundación que amenaza convertirse en una catástrofe ecológica comparable al agujero del ozono- no se desencadenan gratuitamente. El lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y a las grandes empresas que le sacan el jugo. Pero las estadísticas confiesan. Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el 20 por ciento de la humanidad comete el 80 por ciento de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables. La señora Harlem Bruntland, quien encabeza el gobierno de Noruega, comprobó recientemente que si los 7 mil millones de pobladores del planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados de Occidente, "harían falta 10 planetas como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades". Una experiencia imposible. Pero los gobernantes de los países del Sur que prometen el ingreso al Primer Mundo, mágico pasaporte que nos hará a todos ricos y felices, no sólo deberían ser procesados por estafa. No sólo nos están tomando el pelo, no: además, esos gobernantes están cometiendo el delito de apología del crimen. Porque este sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo.