El Libro de los Abrazos
viernes, marzo 04, 2005
El Mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso - reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
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Mi fuego es fatuo, pero no quema. Es relajante, es el calor que necesitas cuando hace frio. Yo soy el fuego, el calor que da la vida...
ResponderEliminar¿Tu que fuego eres?
Yo soy uno de esos fuegos que arden la vida con tantas ganas que no se me puede mirar sin parpadear...
ResponderEliminar¿Necesitas que encienda a alguien?
El fuego te cubre de escamas cuando deseas besar algunos labios y sólo te dejan mimar la frente. Espero que mis labios de mármol pétreo se confundan en tu almohada con algún susurro del viento.
ResponderEliminarMuchos besos.
Llevo días sin saber de ti. En mi blog hay novedad.
ResponderEliminarBesos
Yo no tengo muy claro qué clase de fuego soy, pero según lo que dicen a mi alrededor, contagia...
ResponderEliminarClaro que no sólo cuando estoy alegre...
Maravilhoso...
ResponderEliminarMuy cierto... Buena luna.
ResponderEliminarMuy cierto... Buena luna.
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